miércoles, 23 de julio de 2014

ENTIERRO DEL CERRO CUCULLA






    Según cuentan los antiguos, que en algún lugar no muy lejos  de este pueblo, viajaban tres arrieros perdidos y cansados. Marcharon así en sus fornidos caballos durante medio día, llegando a un estero a beber agua y a descansar.

            De pronto, entre rama y rama divisaron a lo lejos, el cerro la Cuculla, acordándose de inmediato de antiguas narraciones de arrieros, que hablaban de ciertas historias  que decían que no muy lejos de ahí había un entierro.

            Siguieron el camino que contaba la historia y llegaron a las dos grandes piedras (se sintieron parte de la historia)

         “Debajo de las piedras
         que quedan al pié de un gran Boldo
         a las orillas de un estero,
         se halla, el Entierro del cerro la Cuculla.

         Que está custodiado por una gran serpiente
         el que sea valiente, con otros dos más
         descubrirá las siete cargas de plata
         que uno solo poseerá.”

          Estas eran las sabias frases que los ancianos repetían.

          Después de un rato comenzó a decaer el día, y como éste es cíclico, del amanecer llegó al crepúsculo, entre tanto decidieron en forma unánime que el tesoro sería desenterrado al día siguiente. Por el momento sólo se dedicarían a descansar.

          A media noche escucharon algunos pasos, los arrieros se miraron y se dieron cuenta de que faltaba uno de ellos. Se levantaron y salieron a buscarlo, lo encontraron escarbando al lado de las piedras. En ese momento no supieron si fue el destino o ira de la codicia que al instante uno de ellos agarró una tosca grande y pesada, dejándola caer sobre el arriero que escarbaba, dándole muerte ahí mismo.

           Entre pensamientos de culpa y cansancio terrible lograron, a altas horas de la noche, conciliar el sueño. Al otro día fueron en busca del tesoro, observando con mucha sorpresa que el cadáver había desaparecido y en lugar de él, una gran huella de serpiente sobresalía en medio de un charco de sangre. Se miraron estupefactos y solo asintieron en desenterrar el tesoro y marcharse rápido.

           Después de haber escarbado durante una hora con sus manos, dieron con el tesoro, dándose cuenta que no eran siete, sino, uno solo, o quizás eran siete pero ellos sólo habían encontrado uno. No conforme, uno de ellos siguió escarbando, mientras el otro sólo quería marcharse.

  Pero como la codicia solo lleva a la muerte, la maldición del Boldo cobró vida en ellos, dejando caer una gran rama pesada y ganchuda, sobre la cabeza codiciosa del arriero que desesperado escarbaba. Al ver este hecho el último arriero comprendió la venganza y huyó despavorido internándose en el espeso bosque, con su caballo que también comprendía el miedo.

           Nunca más se supo de él, ni tampoco de los demás arrieros. Solo se sabe que en aquel lugar todavía hay seis cargas de plata, esperando que tres hombres valientes como estos arrieros, acudan en su búsqueda.


...pero solo uno volverá y de seguro desaparecerá, como aquel último arriero, que sin codicia, logró encontrar el entierro del cerro la Cuculla.   

Leyenda por Fernanda Torres Godoy

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