Había en un lugar cerca de mi casa, un campo
llamado "La Cachañas", en este lugar de repente empezaron a suceder
cosas muy extrañas. Una casa que durante mucho tiempo había estado abandonada,
fue habitada más tarde por una maestra de escuela rural, la cual tenía una hija
llamada Hilda. Ésta era muy hermosa, estaba en la edad de la adolescencia y
ésta resaltaba de todas las demás por su belleza extrema.
La casa era
muy grande y rústica, como todas las casas de campo, tenía un baño muy lejos de
ella, rodeado entero de castaños; se apunta este lugar porque fue en este sitio
donde empezaron a suceder hechos insólitos y una prolongada desgracia para
Hilda.
Era un día
de primavera cuando Hilda se disculpó para ir al baño un momento, pasaron los
minutos y al no regresar, su madre un tanto preocupada y confundida por su
demora, se dispuso ir a buscarla, en cierta forma reprochándose por no haberla
acompañado. Al llegar al lugar y no encontrarla ahí, la empezó a buscar y a
llamar cuando de repente empezó a escuchar los gritos y llantos de Hilda, le
preguntó dónde estaba, entonces Hilda le respondió: ¡Aquí mamita, arriba!; cuán
grande fue su sorpresa al mirar hacia arriba y encontrarla atada en la copa del
más alto de los castaños. Sólo empezaba aquí la pesadilla de Hilda, la madre
angustiada por no poder hacer nada, fue a buscar refuerzos por ahí cerca, llamó
a varios hombres que se encontraban en casas cercanas para ver cómo podrían
bajar a Hilda del castaño. Después de muchas peripecias, lograron sacarla e
inmediatamente la interrogaron acerca de qué había sucedido, pero ella sólo
dijo que había sido una brisa que la había levantado y atado a aquel gigantesco
árbol. Después de esto y muy impresionada, sufrió un desmayo. La madre aún
sobresaltada llamó a un médico del lugar para que viera qué sucedía con Hilda,
pero él dijo que no padecía de ninguna dolencia.
Llegó la
noche y el temor continuaba, entonces la madre llamó a algunos parientes
cercanos para que la acompañaran. Aquella extraña brisa continuaba, la sacaba de
la cama y la abofeteaba, en tanto a las personas que allí se encontraba, las
lanzaba lejos dejándolos sin poder hacer nada por ella. Pasaron los días de la
misma manera seguían sucediendo cosas extrañas, y esta cosa que la perseguía y
acosaba cada vez adquiría mayor fuerza. Ella debía ser cuidada todo el tiempo
por alguien, pero ni siquiera eso era suficiente, ya que esta fuerza la
acompañaba día y noche, ni siquiera la dejaba comer puesto que a la hora de
almorzar lanzaba a su plato cuanta cosa se le ocurría, sobre todo barro, además
la abofeteaba delante de todos, sin que nadie pudiera hacer nada.
Había
transcurrido alrededor de un mes e Hilda seguía en su eterna pesadilla, se veía
consumida y ya no sabía qué hacer. Aún no sabía qué era lo que la atormentaba,
pues no lo había visto, pero ese día él se hizo presente sólo para ella; dijo
que había sido un pequeño duende. Éste le hacía notar sus celos cuando se
encontraba en presencia de hombres, en estos momentos seguía maltratándola.
Todos se enteraron que lo que afectaba a Hilda era "su duende
enamorado", mientras la angustia y desesperación estaban casi matándola,
fue por ese entonces que al tratar de buscar término a este asunto, apareció un
sacerdote, el cual tras bendecir a Hilda resolvió que habría que llevarla a un
convento para alejarla del peligro.
Creo que en
ese lugar Hilda pudo haber encontrado refugio y vivir en paz pasando sus días
dando gracias a Dios por librarse del espíritu que la
atormentaba.
Leyenda por Fernanda Torres Godoy
Leyenda por Fernanda Torres Godoy
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