jueves, 9 de octubre de 2014

Leyendas de Mulchén






Las leyendas, constituyen un relato que revela las más arraigadas costumbres y creencias criollas y son un reflejo de la identidad de un lugar, las que se transmiten de una persona a otra por la tradición oral de generación en generación, y son propiedad de todos, aunque hay diversas versiones y adaptaciones.

La recopilación que se presenta en esta sección se ha recogido principalmente del libro “MOLCHEÑ:El Halcón Guerrero” del escritor mulchenino don Carlos Elgueta Vallejos y de usuarios de la Biblioteca que nos han cooperado con sus investigaciones, como aporte a nuestro Rincón de la Memoria. 

miércoles, 10 de septiembre de 2014

EL CABALLO DE ORO


Mucho tiempo atrás, en las afueras de la ciudad allá en lo alto de un cerro iba el viejo Juan con su carga al hombro, hombre esforzado y acostumbrado a la parte dura de la vida desde niño - en lo que hoy llamaríamos el sector de la copa de agua- ya que a temprana edad se vio en la obligación de transformarse en el sustento de su familia. Mulchén en aquella época no era más que un pequeño poblado en desarrollo.

Siempre con el estómago medio vacío y la sensación de faltarle horas de sueño iba recorriendo el bosque en busca de leña para encender la hoguera que nunca calentaba lo suficiente el hogar. Por allá en lo alto del cerro caminaba sin un rumbo específico, sumido en sus pensamientos, con la sensación de haber hecho toda la vida la misma rutina y la triste seguridad de que no la podía a cambiar.

Así seguía con la cabeza agachada mientras se le iba la vida, hasta que algo adentrado en el bosque llamó su atención, era una luz que cada vez se hacía mas intensa y a pesar de que cada fibra en él le decía que huyera, algo en su interior lo impulsaba a continuar de frente al peligro ¿Serían acaso esas raíces guerreras que todos llevamos dentro gracias a nuestros ancestros o la simple curiosidad? La cuestión es que continuó acercándose a las llamas. Pensó en que debía tratar de apagar el fuego, pero su cuerpo no respondía, aquello era algo especial, mágico y ahora lo podía distinguir bien, estaba hipnotizado.

De frente a aquella maravilla, se sentía el hombre mas asustado y bienaventurado pues entendía claramente la grandeza de lo que tenia en frente y sabia lo que debía hacer. Lo que tenía antes sus ojos era un Entierro, la leyenda había pasado por muchas generaciones y eran parte de la pequeño herencia familiar que guardaba con cariño como un tesoro. Aunque no imaginaba que alguna de ellas se haría realidad, y menos aún, que él podría ser el protagonista.

Pero aún así, ahí estaba un corcel blanco como la nieve recién caída, enmarcado sobre las llamas que cubrían cada paso que daba, se iba alejando galopando casi sin tocar el lecho del bosque, de pronto se detuvo en medio de un claro, se quedó ahí largo rato mirando directamente a Juan que se acercaba cada vez más hasta quedar a unos tres metros de distancia.

Durante unos minutos los dos estuvieron mirándose fijamente, Juan pudo observar su alma reflejada en los ojos del animal, se sintió perdido en la oscuridad de aquella mirada y por poco no vuelve, solo regresó a la realidad cuando el caballo comenzó a relinchar y alzarse para dar fuertes pisadas en el mismo lugar. En aquel momento salió galopando a toda velocidad por el bosque pero esta vez Juan no lo siguió, ya había encontrado el lugar que esperaba. Marcó el sitio con dos ramas colocándolas en forma de cruz y fue a su casa en busca de materiales para la jornada que se le venía.

Según la leyenda, cuando ocurrían este tipo de apariciones el animal te lleva a un lugar en el que se encuentra escondido un tesoro que mejoraría la vida de cualquiera, esto se le conocía como un ?Entierro?. Pero para obtenerlo debías soportar una serie de visiones de seres endiablados de todo tipo, por eso la recompensa solo la obtenían muy pocos. Juan estaba seguro de que lo lograría.

Estaba listo para comenzar a cavar. La duda lo embargó un momento pero tomó valor al pensar en la posibilidad de que sus sueños abandonados en el rincón mas profundo de su ser, podrían al fin realizarse.

La primera palada, nada ocurrió pensó que esta parte de la leyenda debía ser falsa, hasta que al poco excavar vio aparecer desde el fondo y a toda velocidad hacia él los fantasmas de sus de sus deseos no cumplidos, la respiración agitada y otra palada, sus más velados miedos se hicieron realidad presentándose ante él, el corazón le iba a estallar, retrocedió un paso y tuvo el impulso de salir corriendo despavorido pero logró resistir. ¿Era el más valiente o era solo que ya no tenía nada que perder?

Al fin la última, había llegado al fondo, se quedó congelado bañado en sudor rodeado de la oscuridad del bosque acompañado de la luna llena, silenciosa testigo del pacto secreto que se conjuraba en ese momento entre Juan y Amo de Tinieblas. Una vida llena de lujos y éxitos todos sus sueños hechos realidad a cambio del módico precio. Un alma acongojada de por vida, pues nunca más le pertenecería.

Solo un interminable segundo tardó su torpe razonamiento, pero la soledad y pobreza ya no la quería más, pensó que habían sido demasiados años como hijo del rigor y ahora había llegado su oportunidad, en nada más recapacitó. Así en poco tiempo y sin esfuerzo en un gran hacendado se convirtió, y nunca más le faltó el alimento ni volvió a sintió frío otra vez.

Llegado el final de sus años, una rara y dolorosa enfermedad lo atacó, por muchos años sufrió agonizando físicamente, pero el dolor que llevaba en su interior era más poderoso. Desde la noche del acuerdo nunca volvió a tener un sueño consolador, cada una de las noches acudía a él un mensajero del Amo de las Tinieblas a recordarle su convenio. Solo deseaba morir pero sabía muy bien que ese beneficio no se le concedería tan fácilmente.

En un acto, mezcla de desesperación de arrepentimiento y como última oportunidad de entregar amor Juan decidió repartir entre los más necesitados de la ciudad su fortuna, pues si bien al principio la disfrutó, hoy solo quería descansar en paz.


Al otro día Juan yacía en su lecho con una cálida sonrisa, pues su alma fue recompensada, aquella noche se batió una batalla entre la luz y las sombras. Por fortuna para Juan la Luz fue la vencedora y su alma al fin pudo descansar en paz.

Tamara Moreno

lunes, 18 de agosto de 2014

LA PIEDRA DE LOS CIEN HOMBRES





En la cumbre de las Piedras  de Dicao, se encuentra una pequeña piedra, que, según dicen, con la fuerza de cien hombres no se podrá mover, pero un hombre con el corazón puro y sin maldad, la podrá mover con su dedo meñique. Hace muchos años, llegó al pueblo un joven alegre, buena persona. Este joven hizo muchas proezas en el pueblo y era muy querido por todos excepto por unos hombres que lo odiaban debido a que él tenía más fama que ellos. Pasaron las semanas, hasta que lo empezaron a difamar en el pueblo. Uno de los hombres lo retó a mover aquella piedra que está adosada en las Piedras  de Dicao. Él, y una gran multitud de gente acudieron a aquel lugar para observar lo que ocurriría. El joven se ubicó en la cima de aquellas piedras y para impresión de todos, la logró mover. Éste ha sido el único hombre que ha podido mover aquella piedra. Muchos lo han intentado pero a su debido fracaso, han fallado. Ahora sólo queda la leyenda.

Leyenda por Fernanda Torres Godoy

EL FAMILIAR DE DON PANCHO TEJEDA



No tiene ninguna traza de invento, la colina que hacia el sur se ve desde nuestra plaza; cubría su falda rasa hasta los años cuarenta, una viña soñolienta donde muchas veces fuimos a consumir los racimos por una mínima cuenta.

    La viña brotó oportuna en la infancia de Mulchén por un colono de bien que consiguió hacer fortuna; nadie tuvo queja alguna contra Francisco Tejeda de buenos tratos e ideas que para el pueblo en sus días era "don Pancho Tejía mucho teje, poco enrea".

    Decían: - Para ganar y ser rico en tiempo breve se ha de criar ¿quién se atreve? un culebrón familiar; y en aquel tiempo y lugar, la notable situación de don Pancho era razón de hallarse en las dependencias de la vida, la presencia de un macizo culebrón.

    El engendro, en el denuedo de las lenguas lugareñas se escondía entre las breñas que circuían el viñedo; su cabeza era un enredo de gato, nuco y pequén, la tusa de un palafrén le bordeaba el espinazo ¡aquel bicho tan fierazo nunca antes visto en Mulchén!

    Los negocios, toma y daca, le rindieron a don Pancho a lo largo y a lo ancho tres fundos y una barraca; y la farfulla, no flaca, entre un chisme y un adulo mordía sin disimulo;

-    Es que la suerte le aliña el familiar de la viña por encargo del Malulo.

    Tal era la perspectiva cuando se avanzaba el siglo, con vestiglo y sin vestiglo "tiraba el hombre p'arriba"; pero una sombra furtiva lo vigilaba a la vera de su vida lisonjera enredándolo en un nudo, y don Pancho, tan suertudo finó una tarde cualquiera.

    La murmuración poblana aumentó a poco del duelo reclamando en sus recelos la seguridad urbana; vecinos de recias canas tenían preocupación por el feroz culebrón a sus anchas en el predio tan sólo río por medio de la inerme población.

    Las viejitas más despiertas se ponían a seguro con sahumerios y conjuros y atrancando bien las puertas; vagaban sombras inciertas presagio de vagos males y al filo de los tapiales con pasos fríos y quedos corría un soplo de miedo bordeando los arrabales.

    Y no faltó quien diría su desbocada inquietud en una solicitud de amparo a la policía; y en corrillos se decía que era cosa de iniciar una causa judicial que hiciera a la sucesión reo de mala intención y daños del familiar.
    Todo aquel murmuradero encajonó su deriva enviándoles misivas de ayuda a los herederos; donde con puño certero y "con pana" nada escasa ofrecían darse trazas para retar a una riña al culebrón en la viña y así matar la amenaza.

    Formaban la sucesión jóvenes de buen talento que leían muy contentos cada nueva remisión; reían la decisión de aquellos provocadores y para fingirle honores con humor inteligente formaron un expediente rotulado: "Campeadores".


    Desde aquí siguió el asunto desflecándose en los años y en estas rimas lo apañó sin que le falte ni un punto; aunque en mi fuero barrunto que al margen de este bosquejo alguien pregunte perplejo la suerte del culebrón; pero no hay información, tal vez se murió de viejo.   

 (versión: Carlos Elgueta Vallejos)

FULGENCIO


   Esta historia ocurrió allá por la década del 50, en un lugar cercano a San Francisco, camino al Morro. Había allí un señor adinerado, dueño de unas cuantas hectáreas de terreno, los campesinos comentaban que éste señor tenía pactos con el “Amigo”, porque cada año que pasaba, al hacer un recuento de sus ganancias se podía ver, a simple vista que le iba bien. Tenía buenas cosechas, aumentaba el ganado. También se comentaba que cada año algunos de sus empleados tenía que desaparecer, porque esas eran las exigencias que el “Amigo” le ponía, a cambio de favorecerlo en sus ganancias, además se decía que nadie, aparte de él y sus empleados de confianza podían entrar en su morada.

    Cierto día en que un grupo de amigos, comentaban acerca de la fortuna de éste hombre y lo siniestro de su casa, uno de ellos, el más valiente, informó a los demás que él se atrevía a entrar a la casa, lo que por supuesto nadie creía, pero este hombre valiente y decidido encaminó sus pasos hacia ese lugar desconocido.

    Los demás, temerosos, observaban la escena, y él con las llaves en la mano, las que le había robado a uno de los empleados de confianza del patrón, se dirigió hacia la casona misteriosa. Serían alrededor de la siete de la tarde cuando este hombre ingresaba al lugar. Sus amigos estaban expectantes, esperaron largas horas hasta que se dejó caer la noche  y el cristiano aún no aparecía.

    A eso de las cuatro de la tarde del día siguiente, recién entonces vieron entreabrirse la puerta de la casona y llenos de espanto, vieron aparecer a un hombre; pálido, cabizbajo, asustado y muy adolorido.

    ¿Qué había pasado?. Lo que era de esperar, contaba el valiente Fulgencio. Que al ingresar al lugar, una sombra negra y grande se le había aparecido y le había preguntado qué hacia él ahí y de un “guaracazo” le había tomado y levantado a gran altura, una y otra vez, hasta que perdió el conocimiento y cuando despertó, esa fuerza ya no estaba. Desde ese momento  adelante, nadie más se atrevió a pasar por el lugar. Y aún hoy en algunos días, cuentan los vecinos, que una sombra se ve deambular por esa casa ahora abandonada por el antiguo dueño, y sigue esperando algún nuevo visitante llegue a visitar su portal.

Leyenda por Fernanda Torres Godoy

LA PAVA LUMINOSA


En un lugar despoblado del sector de San Miguel, existe una casa vieja, abandonada, al lado del camino público.

    Según la creencia popular, en esa casa habita "La Pava", que es un ser brillante, que se encuentra encadenada en algún rincón de la casa.

    En las noches obscuras y alrededor de media noche, la pava se ilumina alumbrando toda la casa; a veces se suelta y sale a caminar arrastrando sus cadenas y produciendo un ruido característico que inquieta a las personas que se atreven a pasar por el lugar, especialmente campesinos de la zona, produciéndoles una especie de embrujamiento que los hace perder la voluntad, siguiéndola a diversos lugares perdiendo la noción del tiempo y del espacio, pudiendo aparecer en muy poco tiempo con cabalgadura y todo en lugares muy distintos sin saber cómo llegaron allí, sólo recordando que tras aparecer la pava, algo los obligó a seguirla, algo muy superior a la voluntad tanto de las personas como a sus cabalgaduras que no obedecen a los requerimientos de sus jinetes.

    Todo esto provoca pavor y casi nadie se atreve a pasar por el sector a altas horas de la noche y menos cuando está muy oscuro o es Martes o Viernes, días preferidos de la pava para sus correrías nocturnas.

Leyenda por Fernanda Torres Godoy

miércoles, 23 de julio de 2014

LEYENDA DEL TUE TUE



          Se dice que en Mulchén, en el Salto Rehuén, hace muchos años se realizaban aquelarres o reuniones de brujos, donde éstos se convertían en Tue - Tue, animal con cuerpo de ave y cabeza humana. Así, salían volando a recorrer los pueblos vecinos, especialmente en las noches, siendo su piar, un sonido gutural que parece decir tueeee – tueee.

                Se comenta que si una persona escuchaba el tue - tue y lo invitaba a su casa, al otro día llegaba el brujo con apariencia humana al domicilio del invitante. 


Leyenda por Fernanda Torres Godoy