Todo comenzó una fría noche de invierno, el cielo se había obscurecido tempranamente y el silencio se había apoderado de nuestro campamento, parecía que la noche no existía, sólo la luna brillaba en todo su esplendor e iluminaba nuestros demacrados rostros. La fogata se apagó muy temprano y nuestros cuerpos cansados fueron vencidos por el sueño.
Despertamos
a raíz de un golpe estridente que oímos a distancia, nos levantamos muy rápido
y empezamos a caminar por el bosque, cautelosamente avanzamos con temor, pues
no sabíamos hacia donde nos llevaría nuestra curiosidad, volvimos a escuchar
otra vez ese fuerte golpe pero ahora más nítido, venía de la hermosa laguna
“Rehuén”, situada a unos cien metros de nosotros.
Nuestros ojos, esa noche, presenciaron una gran
batalla entre dos fuerzas enemigas provenientes de otra dimensión, fueron
eternas horas de cruenta lucha, hasta que una de las dos fue derrotada, a raíz
de una gigantesca explosión que se produjo justo en medio de la laguna; el
impacto logró romper la tierra y liberar el agua a través del valle, formando
un pequeño cauce que terminaba su ruta originando una hermosa caída de agua que
bautizamos con el nombre de Salto
Rehuén.
Versión de Don Carlos Elgueta Vallejos
Versión de Don Carlos Elgueta Vallejos
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