lunes, 18 de agosto de 2014

EL FAMILIAR DE DON PANCHO TEJEDA



No tiene ninguna traza de invento, la colina que hacia el sur se ve desde nuestra plaza; cubría su falda rasa hasta los años cuarenta, una viña soñolienta donde muchas veces fuimos a consumir los racimos por una mínima cuenta.

    La viña brotó oportuna en la infancia de Mulchén por un colono de bien que consiguió hacer fortuna; nadie tuvo queja alguna contra Francisco Tejeda de buenos tratos e ideas que para el pueblo en sus días era "don Pancho Tejía mucho teje, poco enrea".

    Decían: - Para ganar y ser rico en tiempo breve se ha de criar ¿quién se atreve? un culebrón familiar; y en aquel tiempo y lugar, la notable situación de don Pancho era razón de hallarse en las dependencias de la vida, la presencia de un macizo culebrón.

    El engendro, en el denuedo de las lenguas lugareñas se escondía entre las breñas que circuían el viñedo; su cabeza era un enredo de gato, nuco y pequén, la tusa de un palafrén le bordeaba el espinazo ¡aquel bicho tan fierazo nunca antes visto en Mulchén!

    Los negocios, toma y daca, le rindieron a don Pancho a lo largo y a lo ancho tres fundos y una barraca; y la farfulla, no flaca, entre un chisme y un adulo mordía sin disimulo;

-    Es que la suerte le aliña el familiar de la viña por encargo del Malulo.

    Tal era la perspectiva cuando se avanzaba el siglo, con vestiglo y sin vestiglo "tiraba el hombre p'arriba"; pero una sombra furtiva lo vigilaba a la vera de su vida lisonjera enredándolo en un nudo, y don Pancho, tan suertudo finó una tarde cualquiera.

    La murmuración poblana aumentó a poco del duelo reclamando en sus recelos la seguridad urbana; vecinos de recias canas tenían preocupación por el feroz culebrón a sus anchas en el predio tan sólo río por medio de la inerme población.

    Las viejitas más despiertas se ponían a seguro con sahumerios y conjuros y atrancando bien las puertas; vagaban sombras inciertas presagio de vagos males y al filo de los tapiales con pasos fríos y quedos corría un soplo de miedo bordeando los arrabales.

    Y no faltó quien diría su desbocada inquietud en una solicitud de amparo a la policía; y en corrillos se decía que era cosa de iniciar una causa judicial que hiciera a la sucesión reo de mala intención y daños del familiar.
    Todo aquel murmuradero encajonó su deriva enviándoles misivas de ayuda a los herederos; donde con puño certero y "con pana" nada escasa ofrecían darse trazas para retar a una riña al culebrón en la viña y así matar la amenaza.

    Formaban la sucesión jóvenes de buen talento que leían muy contentos cada nueva remisión; reían la decisión de aquellos provocadores y para fingirle honores con humor inteligente formaron un expediente rotulado: "Campeadores".


    Desde aquí siguió el asunto desflecándose en los años y en estas rimas lo apañó sin que le falte ni un punto; aunque en mi fuero barrunto que al margen de este bosquejo alguien pregunte perplejo la suerte del culebrón; pero no hay información, tal vez se murió de viejo.   

 (versión: Carlos Elgueta Vallejos)

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