lunes, 18 de agosto de 2014

FULGENCIO


   Esta historia ocurrió allá por la década del 50, en un lugar cercano a San Francisco, camino al Morro. Había allí un señor adinerado, dueño de unas cuantas hectáreas de terreno, los campesinos comentaban que éste señor tenía pactos con el “Amigo”, porque cada año que pasaba, al hacer un recuento de sus ganancias se podía ver, a simple vista que le iba bien. Tenía buenas cosechas, aumentaba el ganado. También se comentaba que cada año algunos de sus empleados tenía que desaparecer, porque esas eran las exigencias que el “Amigo” le ponía, a cambio de favorecerlo en sus ganancias, además se decía que nadie, aparte de él y sus empleados de confianza podían entrar en su morada.

    Cierto día en que un grupo de amigos, comentaban acerca de la fortuna de éste hombre y lo siniestro de su casa, uno de ellos, el más valiente, informó a los demás que él se atrevía a entrar a la casa, lo que por supuesto nadie creía, pero este hombre valiente y decidido encaminó sus pasos hacia ese lugar desconocido.

    Los demás, temerosos, observaban la escena, y él con las llaves en la mano, las que le había robado a uno de los empleados de confianza del patrón, se dirigió hacia la casona misteriosa. Serían alrededor de la siete de la tarde cuando este hombre ingresaba al lugar. Sus amigos estaban expectantes, esperaron largas horas hasta que se dejó caer la noche  y el cristiano aún no aparecía.

    A eso de las cuatro de la tarde del día siguiente, recién entonces vieron entreabrirse la puerta de la casona y llenos de espanto, vieron aparecer a un hombre; pálido, cabizbajo, asustado y muy adolorido.

    ¿Qué había pasado?. Lo que era de esperar, contaba el valiente Fulgencio. Que al ingresar al lugar, una sombra negra y grande se le había aparecido y le había preguntado qué hacia él ahí y de un “guaracazo” le había tomado y levantado a gran altura, una y otra vez, hasta que perdió el conocimiento y cuando despertó, esa fuerza ya no estaba. Desde ese momento  adelante, nadie más se atrevió a pasar por el lugar. Y aún hoy en algunos días, cuentan los vecinos, que una sombra se ve deambular por esa casa ahora abandonada por el antiguo dueño, y sigue esperando algún nuevo visitante llegue a visitar su portal.

Leyenda por Fernanda Torres Godoy

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